jueves, octubre 01, 2009

entrada al Universo..



Boris y la Salida

Mientras caminaba hacia la puerta de salida, Boris se detuvo y por un breve lapso de ese tiempo que muchas veces algunos cargan en la muñeca izquierda, gira su cabeza con el objetivo de observar lo que dejaba atrás: la música casi barroca; variedad de copas y vasos sobre las mesas de maderas con las marcas de los años; luces de veladores; la sonrisa dibujada en el rostro del chico enamorado de aquel cabello rojizo que se desplegaba sobre los hombros de un cuerpo de mujer, quizá creado a imagen y semejanza de su propia imaginación; luego el camarero juguetón y burlón que caminaba entre las mesas llevando una bandeja llena de copas vacías, de pronto este, como si tuviera un momento de lúcidez, choca su mirada con la de Boris y le sonrie.
En la misma dirección, justo detrás del camarero: Lucile.
Ella sentada en la barra, elegante, seductora.
Con su mano izquierda impulsaba la copa de vino hacia sus labios pintados de rojo carmesí, sus ojos color miel, chispeaban destellos de luz, los cuales le llegaron directo hasta el corazón, como una flecha envenenada que lo matara ahi mismo.
Pero esta vez no fue así, esta vez no lo permitió, se lo recordó asi mismo apretando con fuerza su mano derecha dentro del sacón negro que le llegaba hasta las rodillas.
La servilleta arrugada yacía en su mano. Recordó lo que allí él mismo había escrito: "cruzar el umbral hacia la calle habitada por una llovizna gris".
Boris sabía que le esperaba, era solo un umbral dónde ahora Lucile y el bar quedarían atrás. Pronto dejarían de existir por esta vez, o por una vez más, tal vez hubieran próximos encuentros, ni él, ni nadie lo podría asegurar porque en esta realidad creada por Boris, las realidades son como las galaxias, se crean y mueren, desaparecen en un pequeño instante de tiempo o de espacio, lo que dure, como en este caso, una servilleta de papel.

m.a.
octubre 2009