La última vez que la vi no recuerdo bien como sucedió, tampoco recuerdo que llevaba puesto, pero si recuerdo sus ojos marrones chispeantes que se salían por contarme todo de una mirada sola.
La banda callejera sonaba cada vez más intensamente y la voz se perdía entre las notas de la guitarra de 12 cuerdas y un viejo laúd.
Ahora es siempre ahora, aunque por momentos perdemos la percepción y creemos que lo que no es, es como si fuera la única verdad.
Se van juntas, las notas con la mirada triste perdiéndose en las callejuelas empedradas.
Mientras caminábamos acompañándonos rozando nuestros codos. Yo siempre queriendo tocarte, pero vos, como siempre, no estabas donde te percibo.
La calle se abre en dos, mi mano que invita a la tuya. Quiero que vengas conmigo.
Ojala el tiempo disuelva estas formas sutiles y al fin podamos vernos otra vez como antes, donde el frío se agazape en tus rodillas y vos puedas refugiarte entre mis brazos.
Hoy me dijeron que el tiempo infinito nos volverá a colocar frente a alguna luna llena de invierno, entonces, estaré ahí, y ahí te espero.
m.a.
mayo2013
