lunes, enero 09, 2012


2012 estamos los humanos habitantes de este planeta entrando en 
EL TIEMPO DE
                   EL NO-TIEMPO


"El Centro de la Vía Láctea, el corazón de nuestra galaxia palpita cada 13.000 años, irradiando una súper onda de energía -rayos X, cósmicos, gamma y ultravioleta- que tarda 26.000 años en llegar al Sistema Solar. Ese latir tiene dos intensidades -una muy fuerte cada 26.000 años- que define un Gran Ciclo Cósmico y otra mas suave, exactamente en el punto medio de ese intervalo. Su energía impulsa a los soles de la galaxia a palpitar al unísono, lo que aumenta temporalmente su irradiación hacia los planetas que los órbitan. Hace 13.000 años la Tierra experimentó el pulso fuerte, cuando el Sol aumentó su irradiación y derritió el manto de hielo que hasta ese momento cubría todos los continentes, elevando el nivel del mar en 120 metros. Con ese cataclismo conocido como el Diluvio Universal -que destruyó la Atlántida, la pasada civilización sobre la Tierra- comenzó el actual Gran Ciclo Cósmico, mismo que finalizará dentro de 13.000 años.

Los sacerdotes y astrónomos mayas -usando el equinoccio de primavera como punto de referencia temporal y el horizonte al Este como referencia espacial- registraron durante cientos de años desde los altares de sus pirámides, el desplazamiento de las constelaciones de estrellas. Así confirmaron información procedente de sus antepasados los Olmecas, que una constelación tarda 26.000 años en dar un giro para regresar al mismo punto frente al horizonte terrestre. La ciencia actual reconoce ese intervalo como la ¨Precesión de los Equinoccios¨ y dice que ese desplazamiento de la bóveda celeste es de 1º cada 72 años, por lo que tarda 25.920 años en dar un giro de 360º. Los Mayas creyeron que ese Gran Ciclo Cósmico de 26.000 años regía la evolución de la consciencia del hombre y el tiempo de vida que tenía para desarrollarse una sociedad sobre la Tierra, antes de ser destruida por un cataclismo. Similar a una vida del hombre que reencarna cada 70-100 años para cambiar su punto de vista y su aprendizaje, pero para toda la humanidad. Los Olmecas lo dividieron en 5 segmentos de 5.200 años, que llamaron Eras Solares. Sus antepasados -provenientes del reino de Kush y de Egipto- llegaron a México precisamente hace 5.200 años, en el año 3.113 AC. Desde ese momento iniciaron una cuenta regresiva, un calendario que llamaron ¨La Cuenta Larga¨ que termina precisamente el viernes 21 de diciembre del año 2012, día del solsticio de invierno en el hemisferio norte.

Los Mayas continuaron esa Cuenta Larga y la relacionaron con los movimientos de otros cuerpos celestes como Venus, que se recorta como un punto negro frente al disco solar cada 100 años, transito que repite a los 8 años, es decir tiene un ciclo de 108 años, con dos tránsitos. Sus Sacerdotes del Sol, sabían que uno de esos ciclos de 2 tránsitos de Venus ocurriría cuando el Sistema Solar estuviera en el punto medio del Gran Ciclo Cósmico, momento en que la humanidad estaría experimentando un corto período de cambio rápido e intenso que llamaron ¨El Tiempo del No-Tiempo¨. El 8 de junio del 2004, sucedió el primer transito y el 6 de junio del 2012 sucederá el segundo que confirma que llegamos al final de la Cuenta Larga. Profetizaron que al llegar ese momento la humanidad experimentaría un corto período de cambio rápido e intenso que llamaron ¨El Tiempo del No-Tiempo¨. Duraría dos Katun Oob, dos intervalos de 20 años cada uno, uno antes y otro después del punto centro del Gran Ciclo, el primero iría de 1992 al 2012 y el segundo del 2012 al 2032, que conforman los 40 años de ¨El Tiempo del No-Tiempo¨. Un momento evolutivo en el que millones de seres humanos toman consciencia de su responsabilidad en la creación de su realidad personal y en la co-creación de su realidad colectiva. Los Mayas lo asociaron al comportamiento del Sol, que catalizaría -al irradiar más energía hacia la Tierra- cambios en el hombre y Eventos de Destino, situaciones difíciles que terminan súbitamente el orden existente en la vida de muchos seres humanos y que intensifican además lo que no funciona para que la mente se enfoque en corregirlo.


Simultáneamente existen otros factores generados por el mismo hombre que le añaden leña a ese fuego y que contribuyen a catalizar una crisis general de consciencia: La expansión exponencial de la información apoyada en las innovaciones tecnológicas y en las comunicaciones instantáneas globales y su acceso sin distinciones de clase a través de internet; el extraordinario cambio en el paradigma científico cuántico, que aceptó -gracias a la exploración sub-atómica- que la realidad depende y es afectada por los contenidos de la mente, los mismos que determinan sus estados de ser.

A esto le podemos agregar los 7.000 millones de seres humanos interactuando en la Babel de egos, la mayoría insatisfechos por la revelación de incontables mentiras y artimañas en todas las escalas del poder y por el caos que ha formado el coctel de explosivo de las múltiples crisis: crisis económica, crisis política, crisis religiosa, crisis geopolítica, crisis militar, crisis democrática... Y por el rechazo al cambio, de países, instituciones y empresas, en múltiples frentes, que se resisten a la alteración o a la pérdida de sus prerrogativas. Obviamente todo esto está transformando la mente del hombre -la que crea la realidad- cambio que como veremos comenzó a partir de 1992 cuando el Sol activó ¨El Tiempo del No-Tiempo¨.

En 1992 comenzó a acelerarse el pulso del planeta, una oscilación permanente que reside dentro de la cavidad resonante terrestre, la que existe entre dos bóvedas: la de Ionosfera -la piel de la atmósfera- y la de la corteza terrestre. Durante toda la Era de Piscis permaneció constante en 8 oscilaciones por segundo, tanto que los rusos y los americanos la usaban para ¨colgarle¨ señales para comunicarse con su flota de submarinos nucleares, evitándoles emerger y ser descubiertos. Obviamente al fallar el sistema todos comenzaron a preguntarse que estaba sucediendo.

El Sol había intensificado la irradiación de energía hacia la tierra, lo que comenzó a sobrecargar la ionosfera y a crear una diferencia de potencial eléctrico entre esta y la corteza terrestre. Esta diferencia la ha compensado siempre la naturaleza, con rayos y centellas alrededor del planeta, que bajan potencial eléctrico a tierra. Cada rayo baja 50 a 70 mil voltios, que impactan la corteza terrestre generando una onda de muy baja frecuencia vibratoria, que conforma una onda estacionaria en el interior de la cavidad resonante. Onda que se conoce como la Frecuencia de resonancia Schumann. Antes de 1992 sucedían en esa cavidad unas 1.200 tormentas eléctricas simultáneas, que dejaban caer unos 70 rayos por segundo alrededor de la Tierra. Hoy suceden unas 2.300 tormentas simultáneas y caen unos 130 rayos por segundo. La frecuencia de resonancia residente en la atmósfera se elevó de 8 a 13 oscilaciones por segundo, donde permanecerá durante la Era de Acuario que comienza en el 2012.

El planeta se está despertando y eso está alterando la relación que mantiene con el hombre. Este también irradia ondas cerebrales de muy baja frecuencia -entre 0 y 90 oscilaciones por segundo- dependiendo del estado de ser que experimenta. Antes de 1992 el cerebro se sincronizaba con el latir del planeta, cuando emanaba ondas Theta de 8 oscilaciones por segundo, que produce cuando el cuerpo está dormido, con sus sentidos desconectados del exterior, enfocados al paisaje mental porque está soñando o porque se encuentra en profunda meditación. Hoy el cerebro se sincroniza con el planeta cuando emana ondas Alpha, de 13 oscilaciones por segundo, que se producen cuando el cuerpo está alerta y despierto pero relajado, con los ojos cerrados, sin estímulos inquietantes y con los sentidos enfocados hacia el interior. La mente en calma, visualizando, imaginando, en procesos creativos o espirituales, sintonizando intuiciones e inspiraciones del arriba. Hoy el hombre no necesita hacer una profunda meditación en el interior o en el altar de una pirámide, para integrarse conscientemente a los demás seres humanos, al planeta y al cosmos. El nuevo latido del planeta facilita los procesos espirituales, la toma de consciencia, la evaluación diaria y la meditación.

También desde 1992, el aumento de irradiación y de la frecuencia residente, indujo cambios en la glándula pineal -la que está conectada al llamado Chacra de la Corona- la que produce los neurotransmisores que regulan la actividad del organismo. Esto permitió la activación de 4 codones adicionales en el ADN y la producción de 4 nuevos aminoácidos. Gracias a esto comenzaron a nacer los llamados niños índigo y cristal, que tienen capacidades conscientes especiales como la visión de eventos futuros, la percepción dermo-óptica y la memoria de vidas pasadas.

Cada hombre crea la realidad que experimenta, la atrae con sus pensamientos y con su estado habitual de ser. Sin embargo siempre transcurría un tiempo largo entre las causas en la mente -metas, imaginaciones, visualizaciones, preocupaciones, miedos, etc- y sus efectos o manifestaciones en la vida real, los eventos que suceden. Esa distancia entra la causa y el efecto, es necesaria para que el hombre no se de cuenta inmediata, que el mismo es que el crea su realidad. Debe hacer un esfuerzo de auto-observación para descubrirlo. No se toma consciencia por casualidad, son la disciplina y la voluntad las que permiten adquirir comprensiones sobre el orden y sobre la esencia del amor. Desde 1992, la distancia entre la causa y el efecto comenzó a acortarse, lo que hace que el tiempo parezca haberse acelerado. Antes se visualizaba algo y se demoraba meses o años en manifestarse, hoy el proceso toma días y en algunos casos horas. De está manera se le facilita al hombre ver la relación entre sus pensamientos y los cambios que produce en la realidad. El propósito del cambio que se vive es que el hombre asuma la responsabilidad sobre sus creaciones, que deje de ser víctima, que deje de culpar a los demás por lo que crea. Cuando crea sin darse cuenta, de manera inconsciente y desde un estado de No-Ser, lleno de miedo, negatividad y preocupación, lo que se manifiesta nunca le gusta y no lo acepta como creación suya. Busca entonces culpables a su alrededor y se llena de rabia, rencor y deseos de venganza. Cuando no los puede localizar fácilmente, culpa a Dios por su injusticia al enviarle un castigo que no cree merecer. El universo está facilitando las cosas para que esas creaciones inconscientes desde lo negativo desaparezcan.

Y como si fueran pocos los cambios, antes de 1992, el 3% de la población del planeta podía percibir el aura o campo electromagnético de las personas y ver las almas desencarnadas, los llamados fantasmas o duendes, entidades que no han continuado su proceso evolutivo por estar obsesionadas con la vida que terminó. De ese grupo de población surgen los chamanes y los sanadores. El Aura es una atmósfera eterica que rodea al cuerpo humano -invisible pera el 97% de la población- que revela a través de distintos colores la fuerza vital, el carácter y el estado de animo presente, lo que está sintiendo la persona. Se ha logrado fotografiar ese campo etérico con las llamadas cámaras Kirlian y con computadores conectados a scanners especiales.

Hoy más y más mujeres tienen esa capacidad, a unas les sucede de manera esporádica e involuntaria, otras la ejercitan de manera consciente y deliberada. Se estima que hoy, una de cada 12 mujeres tiene la sensibilidad para percibir, al concentrarse, el brillo de un color alrededor de las personas. Esto quiere decir que en 20 años se habrían triplicado las mujeres con la capacidad para ver los campos sutiles. La mujer siempre ha sido más sensible, espiritual e intuitiva que el hombre. Por eso su interés por todo tipo de cursos y talleres que le den respuestas a sus inquietudes metafísicas y que amplíen su consciencia de la realidad. Tienen la maravillosa función de condensar la energía en sustancia para crear un cuerpo que sirva de vehículo a la mente. Son el portal para la vida que busca volverse consciencia. Parece que ahora deben asumir otras dos funciones importantísimas: probarle a los incrédulos que lo metafísico existe y crear transparencia en la realidad. A ese grupo de mujeres perceptivas no se les puede ocultar nada, ante ellas la mentira, el engaño, la traición, las artimañas y las intenciones egoístas se vuelven transparentes. Está el universo impulsando una era de claridad, en la que cada cual se manifieste ante los demás tal cual es? Es posible que la tendencia no se interrumpa, que la curva continúe con la misma inclinación que trae. En ese caso, en el año 2032 -fecha en que los Mayas dicen que la nueva sociedad estará totalmente asentada en el planeta- el 25% de las mujeres, es decir una de cada 4, tendría la capacidad de percibir a su alrededor quien es realmente quien. Sobre todo si las que tienen visiones involuntarias toman consciencia de esa facultad que busca manifestarse y comienzan a practicarla alrededor del mundo. Esto sería realmente una re-evolución. Las implicaciones son abrumadoras para una sociedad acostumbrada al juicio, a la mentira, a la culpa y al miedo.

Mientras tanto, el Sol está más activo que nunca. En el 2011 superó por mucho, los registros históricos sobre su actividad, que se llevan hace unos 300 años. El 24 de febrero, el 7 de junio, el 9 de agosto y el 7 de septiembre se registraron tormentas magnéticas solares de clase X, la más fuerte e intensa de todas y aún no hemos llegado al máximo solar -del actual ciclo 24 del Sol- que se espera para diciembre del 2012. La temperatura media del planeta aumentó en 1,3ºC. en los últimos 20 años, lo mismo que se había elevado en los 150 años anteriores. Esto ha generado enormes alteraciones climáticas. Derritió los polos, arrasó glaciares y nevados, ha provocado tormentas tropicales e inundaciones en gran escala, aumentó la intensidad de los tornados y generó huracanes devastadores.

Las llamaradas solares aumentaron el flujo de viento solar, partículas que golpean y empujan el campo magnético del planeta, lo que mueve las placas tectónicas, generando grandes terremotos -aumentaron un 420% desde 1992-, erupciones volcánicas -aumentaron un 475% desde 1992-, y tsunamis con olas de 15 metros de altura, como el que destruyó el reactor en Fukushima, Japón. La naturaleza provoca desastres naturales -pero no cataclismos- que acercan la muerte a muchos hombres, directamente o a través de los medios noticiosos- impulsándolos a examinar con imparcialidad su conducta y a evaluar el camino recorrido. Esto permite reconocer y asumir los errores cometidos y sobre todo crear un compromiso para corregir el rumbo. La humanidad está viviendo una oportunidad extraordinaria para generar un orden mas armónico sobre la Tierra.

No quiero terminar sin referirme con un poco más de profundidad al cambio del paradigma científico, que considero uno de los más grandes cambios que estamos experimentando. La física pasó de una visión de la realidad, determinista y totalmente predecible con ayuda de la ciencia, a una perspectiva en la que es imposible predecir con exactitud lo que va a suceder, solo se pueden estimar probabilidades y siempre pueden ocurrir sorpresas. Se pasó de una humanidad de seres separados sin ninguna influencia sobre el mundo material, en el que los eventos suceden por azar o por hábito, a una realidad de consciencias interconectadas que co-crean lo que acontece para experimentarlo y encontrar en esa experiencia comprensiones y verdades sobre si mismo, sobre la vida y sobre El Todo del que formamos parte. La realidad se volvió dúctil, mágica y las posibilidades de cambio insospechadas. La revelación que la tierra no era el centro de la realidad, sino que era un planeta que giraba alrededor del sol, trajo como consecuencia el Renacimiento. La revelación que la realidad depende de la consciencia del hombre, induce la desaparición de las víctimas y la comprensión que lo inaceptable, lo falso, sucede para que el hombre encuentre y valore su opuesto, lo verdadero. ¨El Tiempo del No-Tiempo¨ no está sucediendo afuera, está sucediendo en el interior de todos los seres humanos."

Extraído de  
Arcobaque, Colombia, Diciembre 2011.
Fernando Malkún Rojas